martes, 26 de octubre de 2010

Culturas e Interculturalidad

Para desarrollar esta tematica, hace falta remitirnos a los textos que nos presentan los conceptos sobre los cuales debatiremos:
- Multiculturalidad e interculturalidad: En este caso leeremos un texto de Axel Rojas.
- Hibridación cultural: Para ello leeremos el texto de Néstor Garcia Canclini.

Ahora estamos en condiciones de analizar el siguiente caso.

Mujeres Bolivianas en Escobar

En agosto de 2007 accedo como funcionario provincial a la inauguración de un centro de alfabetización y terminalidad primaria para las mujeres bolivianas del barrio Lambertuchi. Estaban presentes los jóvenes alumnos (hijos de algunas de esas mujeres) y el maestro alfabetizador recién nombrado, alrededor de unas mesas construidas sobre cajones de madera, los mismos que utilizan en el Mercado Distribuidor cercano, detrás de la escena central que se desarrollaba en la ronda de mujeres del grupo de telar. Los foráneos incorporados al evento (la audiencia) éramos el maestro, mi esposa, algunos de mis alumnos de la formación docente que habían ido a observar la experiencia y yo.
Fui invitado a exponer los objetivos del Programa, mientras las mujeres seguían trabajando, separando la lana e hilando. Sólo una de ellas (la presidente) hacía de intérprete e iba progresivamente traduciendo al quichua o al castellano las interacciones de ambos lados. Algunas de ellas, según noté en ese momento, hablaban castellano o lo entendían, pero el ritual se impuso. Hacía falta que ese encuentro entre el responsable del Programa de Alfabetización y las Mujeres se diera en el marco de una atmósfera que rápidamente demarcó un “nosotros” y un “otro”, como así también quiénes podían ser los nexos válidos en el intercambio (la representante). En la rueda de mujeres, hubo muestra de la pushkana (para el hilado tradicional a rueca) y de otros elementos cotidianos como en una suerte de experiencia liminal de algo sagrado, múltiple y disperso, en medio del caos de los cajones, la clase que debía comenzar, los vecinos que entraban y salían; cosmovisión andina que se hacía presente… (Lozada Pereira, 2005)
Era la oportunidad de volver a ser lo que alguna vez fueron o lo que nunca fueron pero desean haber sido o llegar a ser (Canevaro, 2006). Lo hacen a la vez marcando que el gobierno del proceso educativo que estábamos iniciando lo tenían ellas, o sea que la actuación también las volvía fuertes en su desempeño como Asociación de Mujeres Bolivianas.
Un detalle interesante fue cómo en un momento una docente alumna que estaba en calidad de observadora, descendiente de bolivianos explicó en un quichua no fluido que a ella le gustaría ser la maestra de las mujeres allí presentes, pero no logró encontrar en un momento una palabra puntual que tampoco la traductora le ayudó a buscar. Rápidamente el dominio del quichua lo tomó la traductora - presidente de la asociación y volvió a marcar las reglas de juego.
Performativamente, estábamos ante una acción con visos de ritualidad que expresaba un modelo cultural y al mismo tiempo servía para poner en circulación cuales eran las reglas de juego en el contacto intercultural (Turner, 1988).
La asociación Ayudarnos entre todos fue creada en 2001 por algunas mujeres entre las que se cuentan Nelly Serrudo y Concepción Villegas. La situación de discriminación y violenta xenofobia hizo eclosión en ese año, a partir de que Basilia de Choque y Nelly Serrudo lograron denunciar la tortura del esposo de Basilia, a manos de un grupo de jóvenes de familias pudientes de la localidad. Y decidieron empezar a reunirse y demandar al Estado acciones inmediatas. Pronto, intervino ACNUR Argentina y los Medios empezaron a interesarse por el tema y las mujeres empezaron a tener otra relación con la Policía y la Justicia.
Así describió Nelly, la Presidenta de la Asociación Ayudarnos entre todos, la vivencia de ese momento: “... no poder hacer nada, el dolor de ver que no era un robo, sino un ataque xenofóbico que han pagado nuestros hijos, nuestros esposos… esa tortura ¿no?, esa maldad, con tanta cizaña, con mucha bronca que… una persona no se merece ¿no? Y no era solo a uno, sino a la comunidad, y reiteradas veces; y no había respuesta en la comisaría, dentro del ámbito judicial, no hacían nada era como si no existiéramos...” Después de “nutrirse” y entender que “sin organización no se puede hacer nada”, Nelly empieza a organizar a las mujeres de la colectividad; “mujeres honestas e inocentes que no han visto todavía la realidad, la maldad (…) ellas entendieron qué quiere decir organizarse, entendieron que es importante estar unidas (…) El objetivo de la asociación era capacitar a las mujeres, despertarlas, que no sigan dormidas”
Las mujeres comenzaron a demandar colectivamente ante quien correspondía, ilustrando uno de los planteos de Canevaro (2006) sobre el cuerpo migrante femenino que sólo puede ser exhibido en la arena de lo social si es con otros cuerpos femeninos.
No ha sido fácil porque no era una práctica cultural aceptada el que las mujeres quisieran ocuparse de estos temas. Frente a las asimetrías sociales y la violencia de la desigualdad, las mujeres migrantes buscan ampliar la identificación también como modo de potenciar la red social de ayuda mutua y solidaridad (Grimson, 1999). Se reúnen porque son bolivianas fuera de Bolivia, porque son construidas desde afuera según un estigma y para construirse como lo que desean ser, para reconocerse en su diacríticos identitarios… (Halpern, 2005)
Desde la óptica de estas mujeres, analizaremos en los párrafos que siguen la intervención del Estado frente a su problemática y de otras instituciones públicas y las respuestas de las mujeres organizadas.
En Argentina, el Estado destacó a lo largo del tiempo la figura del “buen inmigrante europeo” (Articulo 25 de la Constitución Nacional). En contraposición y tardíamente se define el “mal inmigrante”, ilegal, clandestino y limítrofe (Decreto Ley 4805/63 en adelante), no deseable para el Estado como inmigrante, con acceso diferenciado a ciertos derechos. El trabajo es el principal derecho que el Estado niega a estos inmigrantes, vía la discriminación étnica y los impedimentos legales (fundamentalmente en el terreno de la documentación). La normativa migratoria fue cada vez más restrictiva, dando lugar a la creación de diversas categorías de residencia, condicionadas por la imposición de plazos de permanencia. El corolario es el agravamiento de la situación de vulnerabilidad legal de los inmigrantes más pobres, quedando expuestos a la “precarización, el trabajo en negro y a condiciones de sobre explotación” (Halpern, 2005).
La construcción del mal inmigrante como invasor, como el ladrón del trabajo del argentino, como culpable; plasma la situación “sospechosa” del inmigrante de país limítrofe, un producto coherente con el orden de las cosas instauradas a partir de la Doctrina de la Seguridad Nacional. La ofensiva sobre los inmigrantes bolivianos en la década de los 90, es una manera de culpabilizar a un “otro” sobre los efectos de expulsión que las políticas de ajuste neoliberal habían operado sobre los mismos argentinos.
De ahí que en el planteo de Nelly se recoja la importancia de visibilizarse con su práctica cultural diferente para no ser caratulada de sospechosa: “y es muy importante ir a reuniones y a eventos culturales para visibilizar que es importante nuestra cultura, para visibilizar que existimos, no solamente ahora que subió la lechuga, el tomate. Recién se dan cuenta ahora quiénes eran los que cultivaban, pero jamás el Estado, ni Desarrollo Social hicieron nada por esa gente que cultivaba; hoy subió la lechuga y recién se dan cuenta de que los bolivianos están vendiendo caro, pero ¿Por qué? ¿No se fijaron antes cuando su lechuga no valía, cuando valía 12? ¿Por qué no bajaron antes a entrevistarlos y a decir: a ver “vos tenés 75 años, tenés derecho a una jubilación? ¿Tenés derecho a una pensión? ¿Eres humano? ¿Te tratan como a una persona?”
Nelly está haciendo referencia explícita al problema de la documentación y los resguardos legales. A un Estado que ha etnicizado el problema de la pobreza, ubicando a los bolivianos como sus responsables en parte, por quedarse con el trabajo de los argentinos. Y ella le devuelve la moneda e introduce la variante del tercero en discordia, muy a tono con el funcionamiento de su lógica andina: “Y el Estado, ¿qué hace?: larga unos proyectos para unas personas que nunca han trabajado, unas personas que no tienen interés en trabajar, que están tirados, con la droga, la bebida… No es que yo esté en contra, pero son personas que no tienen la cultura ni el interés para trabajar; y el Estado está tirando tanta plata para darles…” Devuelve el estigma y lo re dirige al pobre argentino que al menos puede estar documentado. Mientras tanto, sin perder el tiempo, las Mujeres consensuaban un Plan Nacional de Trabajo con el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia) y son nombradas delegación de INADI para el distrito . También se encuentran gestionando la realización de una campaña de documentación con Migraciones y el Municipio de Escobar.
Al mismo tiempo, las mujeres se habían empezado a replantear qué tipo de acciones podían llevar a cabo para modificar la relación de la Policía y la Justicia con la Comunidad, las cuales han estado ausentes históricamente.
“Cuando vas a la comisaría estás esperando horas y cuando te toca que te atiendan hacen pasar a otro, y ni siquiera te miran, como si fueras invisible. Muchos de mis compatriotas se callan. Yo no, les digo ‘discúlpeme, yo estoy primero’ - dice Nelly.
La relación con la policía es una de las relaciones interculturales críticas para los grupos migrantes, dado que es vivenciada como una de los sectores que opera de manera estigmatizadora con mayor frecuencia (Grimson, 1999).
“La idea era no encerrarme dentro de Bolivia, que todos somos iguales, somos hermanos latinoamericanos; lo que no sabía era dónde me estaba enfrentando, ¿no? Siempre pensé que la policía era algo que nos protege, algo que nos cuida, para mi eran unos dioses ¿no?La justicia era como lo que era para nuestros ancestros: la autoridad escogida es la persona más respetada, una persona que tiene unos antecedentes impecables, y hay que respetarla.”
Desde esta idea, las Mujeres consiguieron un Grupo Enlace de la Policía Bonaerense (por Resolución del Ministerio de Seguridad de la Provincia), siendo en su momento el primer comando policial de la provincia con características de atención particular a un colectivo étnico. Al mismo tiempo, durante la gestión del Ministro Arslanian, participaron como Mujeres de la Paz en la definición de políticas públicas del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Los resultados no fueron los esperados, ya que la lucha cultural es muchísimo más lenta que algunas decisiones tomadas desde el nivel central, porque, en los hechos, la vida cotidiana y las prácticas de los actores de carne y hueso están impregnadas de racismo. El Grupo Enlace terminó en la práctica arreglando con la Comisaría 1º de Escobar sus circuitos y desplazamientos.
También hacia adentro del Estado Boliviano, las Mujeres accionaron para conseguir el cambio del cónsul y el cambio del embajador de Bolivia en Argentina, por acciones discriminatorias y lo consiguieron.
En el hospital, dicen las mujeres que los médicos no quieren tocarlas, que las ignoran en las filas de espera, que les prometen turnos para operaciones que nunca se cumplen. “Imagínate lo que significa para una mujer migrante boliviana llegar a un hospital embarrada: ¡la miran como si fuera una extraterrestre!”
Las quieren atar para tener a sus hijos porque les dicen que parir en cuclillas, como ellas lo hacen, “es de sucias”. Cuentan que han encontrado formas de resistencia silenciosa: muchas van a parir a los baños. “La mayoría optamos por ir a atendernos a Capital, porque en esta zona es terrible, nos tratan como animales”, continúa Nelly. “Todo esto te margina: Tenés un peso extra como mujer migrante.”
Por último, tampoco en la escuela los bolivianos han sido recibidos de manera incluyente, en general. Cuenta Nelly que: “Un día llegué a casa y le pregunté a mi hijo por qué había abandonado y me lo contó. Cuando estaba en 6to grado le regalamos una bici y con una navaja se la robaron, en reiteradas veces lo atacaron, en la escuela lo trataban de “bolita, bolita de mierda” y las maestra no le decían nada a los chicos no evitaban la discriminación y después no quiso ir más a la escuela”
En Bolivia, “la educación se constituye en el principal medio al que recurre la mayoría de la población popular para proyectar mejoras en su situación económica” (Lozada Pereira, 2005). Esta motivación la trasladaron consigo en su camino de mujeres migrantes. La Asociación considera a la educación como el motor para lograr la defensa de sus derechos. Para ello, uno de sus principales proyectos es el de Terminalidad de la Escuela Primaria. En las palabras de Nelly: “Así sepamos leer, así no sepamos leer, estamos trabajando mas que nada en el área de la educación que es muy importante, nos hemos dado cuenta que si nosotros no sabemos leer y no nos capacitamos, la persona que no sabe leer y escribir es como aquella persona que no sabe sus derechos.”

¿Como relacionamos este texto con los debates sobre interculturalidad, multiculturalidad e hibridación que nos presentan los textos?

Nos leemos,
Daniel